Agosto transcurrió con la lentitud propia del verano....tuve ocasiones para relajarme y no lo pasé mal, además pensar en lo que tenía por delante me facilitó las cosas....estaba algo inquieta por si surgía un imprevisto, pero por fín llegó el último día de trabajo y empecé oficialmente las vacaciones. Cuando decidí las fechas, reservé la primera semana de septiembre para pasarla en casa y ultimar detalles: la maleta, el banco, despedirme de la gente...incluso programé una entrada en el blog. No voy a negar que estaba algo asustada. Me iba sola y dependía en todo de mí misma: un resfriado, una torcedura, una avería y todos mis planes podían cambiar drásticamente. Pero estaba tan emocionada, que esas consideraciones no tenían importancia.
El viernes 5 me levanté temprano y cerré la maleta. Había planeado irme pronto pero me retrasé un poco. Estaba sola en casa así que cargué el equipaje en el coche y me fui, como un fín de semana cualquiera....Tenía todo el día para llegar a Barcelona y el barco no salía hasta las 21.15, de hecho era esa espera lo que me ponía más nerviosa, no la travesía. Eli estaba en Barcelona ese fin de semana y habíamos planeado encontrarnos; ella iba a ser la última persona en despedirme de mí y me consolaba no esperar tantas horas sola.
Ir a Barcelona desde Valencia no tiene misterio, pero incluso en eso era novata porque siempre que voy allí cojo el tren. El viaje se me hizo algo aburrido, mucho más que cuando voy a Madrid; pillé obras en salida del puerto y estuve cuarenta minutos dando vueltas siguiendo las indicaciones, el tráfico era infernal. Pero finalmente llegué al puerto y busqué directamente un párking donde dejar el coche. Aparqué en el WTC, y cuando salí al exterior, pude ver mi barco: "Bien, al menos el barco existe!" pensé.
Me obligué a comer, aunque no tenía ganas, y dejé que pasara el tiempo hasta que Eli llegó. Tenerla allí esas horas previas fue estupendo. No sólo me hizo compañía y soportó mi verborrea, sino que vigiló el coche mientras hacía el check-in en las oficinas de la naviera, procedimiento que por cierto en Génova fue mucho más sencillo...durante la preparación del viaje, en nuestras sesiones diarias de piscina, se había lamentado muchas veces de no poder acompañarme, más aún cuando ambas compartíamos algunos puntos de vista sobre mi aventura particular, y estuvo muy pendiente de mí durante el viaje.....ya hemos decidido que algún día iremos juntas, y lo importante es la voluntad....
No entraré aquí en detalles sobre el trámite del check-in, eso lo dejo para más adelante, pero realmente hay que tener paciencia, mucha paciencia....
Y finalmente embarqué, (una experiencia subir esa rampa que te pone al día los amortiguadores), aparqué el coche en la bodega y me despedí de él hasta el día siguiente (está prohibido acceder a los vehículos durante la travesía). El barco no era muy grande y llegar a la sala de butacas no tuvo misterio....era como la sala de un cine, pero con butacas más grandes, reclinables, una tele de plasma que sólo emitía la RAI y poca gente.....había también una sala de "estar", la cafetería restaurante y varias terrazas, de libre acceso y donde podías tomar el sol.....A las 21.15, puntualmente, comenzó a moverse y poco a poco dejamos atrás el puerto, la torre Agbar allá a lo lejos y pronto estábamos en alta mar....En el Principio había sido el Plan y ya había llegado el momento......
1 comentari:
cuoreeeeeeeeee!
no saps com estava d'emocionada aquell dia!!! :D
snif snif
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