dissabte, 25 d’octubre del 2008

Piter y yo. La Liguria


Se supone
que cuando se está tan cansado como yo aquella noche en Genova, se consigue conciliar el sueño con facilidad. Bien, no fue mi caso. No había deshecho la maleta porque no era necesario para una sola noche, pero lo dejé todo preparado para levantarme, ducharme, y salir hacia mi siguiente destino: Pisa. Estaba nerviosa y los nervios mandaban sobre el cansancio, así que tardé un poco en relajarme, y entonces comencé a oír voces en la calle....y las voces se convirtieron en cantos: un grupo de americanos, aficionados por lo que se ve a los coros, (si no formaban uno) empezaron a entonar canciones en la calle. Si hubiera tenido un cubo de agua se lo habría tirado encima, y no es que me haya hecho mayor, es que era la una de la mañana, y ya no había nadie en Via Balbi, los bares y restaurantes estaban cerrados y reinaba la tranquilidad.....pero en lugar de ponerme violenta, cerré la ventana y puse el aire acondicionado...adiós a la idea de dormir con la brisa de Genova.

Al día siguiente me desperté antes de que sonara el despertador: es lo que sucede cuando tu cuerpo está acostumbrado a levantarse todos los días a la misma hora. El aire acondicionado había estado funcionando toda la noche, y cuando bajé al comedor me dí cuenta de que seguía haciendo mucho calor; si a las siete era así, cómo sería a las dos? desayuné lo más rápido que pude y me marché del hotel. En el garaje, me estaban esperando; les había dicho que me iría temprano y tenían mi coche en primera fila. Comprendí que movían los coches conforme iban entrando y los disponían según la hora estimada en que lo abandonaban, era la única manera de aprovechar el espacio. No estaba preocupada por la salida de la ciudad, porque el día anterior había visto indicaciones para la autopista; sólo indicaba "austostrada", y no sabía si era la que debía tomar, pero las seguí e hice el camino casi inverso del día anterior para llegar al hotel desde el puerto. Un poco más adelante ví que las indicaciones ya diferenciaban entre los distintos destinos, y tomé sin problemas la autostrada A12.
Desde el primer momento, empezaron a sucederse túneles; Genova está enclavada entre la costa y la montaña, y ésta está perforada, literalmente, por la autopista. La carretera era muy buena, y sabía que no podía perderme, pero no me atrevía a soltarme conduciendo....poco a poco le encontré el gusto a poder ir a 130 km/h y disfruté conduciendo mientras contemplaba la Liguria a ambos lados de la autopista, con mi propia banda sonora de fondo....es realmente hermosa esa zona de Italia. Muy verde, con montañas muy cerca del mar, que asomaba de vez en cuando, un tanto agreste pero serena, con casas colgadas de las faldas de las montañas..... De camino a Pisa estaban Portofino, Cinque Terre, la Spezia y el golfo dei Poeti, Portovenere y Lerici y muchos otros lugares que merecían una parada, pero la noche anterior no había decidido aún si haría todo el recorrido de un tirón o me detendría.....Cinque Terre estaba descartada porque es Parque Natural y los 5 pueblos que la componen son de difícil acceso en coche, pero tenía todo el día para llegar a Lucca y se suponía que La Piazza dei Miracoli, en Pisa, se podía ver en poco tiempo....sin embargo, yo me conozco y yendo sola y sin agobios me iba a tomar la visita con mucha calma...además quería explorar un poco Pisa y no estaba segura de los horarios de acceso a los monumentos....así las cosas, aunque el viaje era corto, quizá sería mejor no detenerme mucho, ya que no quería llegar tarde a Lucca.
Y así sin querer tomé la decisión y no me detuve más que para poner gasolina.....sin plomo 98, porque allí no tienen 95....mi coche la echa de menos, mi bolsillo no.