dimarts, 26 de maig del 2009

Incondicional


Sentados en el suelo del salón, me observas y me acaricias el pelo, fascinado por las mariposas capturadas en él....Pero tu naturaleza inquieta no te permite estar dentro de casa: te pones en pie, me coges de la mano e insistes en salir a pasear por el jardín....No me apetece pero no sé decirte que no...en realidad, nunca ha estado en mi poder negarte nada...
Nora duerme a la fresca sombra del porche; con cuidado te acercas y le acaricias la cabeza, pero ella no despierta, y sólo el movimiento de sus orejas delata que ha notado nuestra presencia.
Seguimos caminando y llaman tu atención las margaritas plantadas en macetas, pero cuando tu mano se acerca peligrosamente a ellas, te detengo y te explico, arrodillada a tu lado, con palabras que aún no comprendes, por qué no debes arrancarlas. Me miras con los ojos muy abiertos (esos ojos que tanto recuerdan a los de tu Padre, pero que son a la vez tan distintos) y de pronto tu pequeño cuerpo se estremece con una risa pura y cristalina y te abalanzas sobre mí, aferrándote a mi cuello, en la primera muestra de afecto que me regalas consciente de quién soy.....La emoción es tan grande que no me permite hablar, me estremezco por entero y se me nubla la vista...me incorporo contigo todavía en brazos, abrazando tu calidez, aspirando tu aroma a inocencia y alegría, saboreando ese afecto que me ofreces, incondicional y puro y que se enrosca en mi garganta...entonces ves llegar a tu Madre y sin soltarme, entre risas, consigues que las dos sigamos caminando contigo por ese jardín en el que eres el Príncipe de los Duendes. Ella y yo nos miramos y sonreímos, y mientras siento tu pequeña mano llena de confianza dentro de la mía, le pregunto: "Hubo de verdad un tiempo en que no estaba con nosotros?" Y ella me responde: "También tú te haces la misma pregunta?"

Feliz cumpleaños, Pablo.