En aquellos primeros días de planificación, había decidido ir a Firenze en tren desde Lucca, pero una vez allí cambié de opinión. Desde mi llegada a Lucca, el coche permanecía aparcado fuera del recinto amurallado, en un solitario párking al aire libre....el que me conoce sabe lo maniática que soy con él, (al fín y al cabo aún lo estoy pagando) y no extrañará a nadie comprender por qué decidí ir en coche hasta la capital de la Toscana, así que el día 9 madrugué, cargué las cámaras en mi bolso y me metí en el coche rumbo a Firenze.....Las conexiones entre Lucca y Firenze son magníficas, viajé por autostrada apenas sin tráfico, tranquilamente, disfrutando; me crucé en varias ocasiones con oficinas de información donde sabía que podía pagar aquel peaje que no había conseguido abonar en Pisa, pero no quise detenerme, ya habría otras oportunidades; al entrar en Firenze temí perderme, pero a pesar de algún que otro atasco en alguna rotonda muy concurrida, todo estaba bien señalizado, y fue fácil encontrar la estación de Santa Maria Novella, en cuyo aparcamiento pensaba dejar el coche....sin embargo, los alrededores de la estación estaban en obras y al desviarme me desorienté; mientras pensaba cómo dar la vuelta encontré otra indicación de párking y no lo dudé. Estacioné en el aparcamiento de la Fortezza da basso, una antigua fortaleza del siglo XV y una de las sedes de la feria de Firenze. Llevaba dos planos de la ciudad, y según ellos, la fortaleza no estaba lejos del centro caminando; en un rato estuve en la piazza San Marco, delante del convento y el museo del mismo nombre, que conserva gran parte de la obra de Fra Angelico y muy cerca de la Accademia y del Duomo di Santa Maria dei Fiori....Aquí comenzaron mis problemas: siento devoción total por Fra Angelico desde que en el colegio vi por primera vez una fotografía de la "Anunciación" que se conserva en el Prado. Sus cuadros me parecen no sólo una maravilla desde el punto de vista técnico, con el estilo gótico que ya anuncia el renacimiento, la perspectiva, el color, sino los más hermosos que he visto nunca, auténtica belleza. Cuando hice la lista de lugares que Quería visitar en Firenze, incluí el Museo de San Marco por delante incluso del Palazzo Pitti...mi idea había sido visitar Santa Maria Novella nada más llegar, aprovechando que iba a aparcar cerca, pero ya que no podía ser, San Marco era muy buena opción....sin embargo, había conseguido llegar pronto a Firenze y sabía que a pesar de todo ya habría colas en algunos monumentos y lugares que quería visitar, y hacía muy buen día como para meterme ya de buena mañana en un museo así que dejé atrás San Marco, dispuesta a regresar más tarde, y comencé a caminar por via Ricasoli hacia la piazza del Duomo....aunque he de confesar que me costó cerca de diez minutos convencerme de estar haciendo lo correcto....
Mientras caminaba, iba viendo fragmentos de lo que me esperaba al llegar a la plaza..resulta difícil explicarlo, aún hoy, cuando han pasado tantos meses...en primer lugar no sabes dónde mirar: la Catedral, su cúpula, el Campanile, el Baptisterio? Desearías desdoblarte para poder prestar atención a todo a la vez: si haces fotos, sientes que te pierdes algo, si no las haces, hay tantos detalles que quieres fijarte en todos...además, la plaza se queda pequeña, porque si retrocedes para contemplar mejor la fachada del Duomo, chocas con el Baptisterio a tus espaldas, y si caminas a un lado para contemplar mejor el Campanile, no ves la fachada de la Catedral....tardas unos minutos en centrarte y entonces decides por dónde comenzar...
Yo decidí contemplar primero el Duomo a placer....recuerdo que estaba de pie ante las escalinatas de acceso y me sentía abrumada por aquel enorme templo: todo él (así como Il Campanile y el Baptisterio) está decorado con mármol blanco, rojo y verde; la iglesia es de planta de cruz latina y aunque al igual que la cúpula de Brunelleschi es del siglo XV, la decoración de la fachada es del XIX; al utilizarse mármol de las mismas tonalidades, blanco, verde y rojo en todas las fases, el Duomo tiene cierta unidad, pero la verdad es que la fachada es algo recargada, aunque no por ello menos espectacular....
Yo decidí contemplar primero el Duomo a placer....recuerdo que estaba de pie ante las escalinatas de acceso y me sentía abrumada por aquel enorme templo: todo él (así como Il Campanile y el Baptisterio) está decorado con mármol blanco, rojo y verde; la iglesia es de planta de cruz latina y aunque al igual que la cúpula de Brunelleschi es del siglo XV, la decoración de la fachada es del XIX; al utilizarse mármol de las mismas tonalidades, blanco, verde y rojo en todas las fases, el Duomo tiene cierta unidad, pero la verdad es que la fachada es algo recargada, aunque no por ello menos espectacular....
Sin embargo, mi vista se desviaba continuamente hacia Il Campanile, el Lirio de Firenze, el campanario exento de la catedral, planificado por Giotto y finalizado por Andrea Pisano y Francesco Talenti. Y es que el Lirio recoge todo lo que uno espera de una obra arquitectónica del Renacimiento: ligereza, belleza estética y técnica y elegancia....la cola para subir a la cúpula del Duomo ya era muy larga, pero desde el principio me había planteado no hacer colas "porquehayquesubir"....la cúpula de Brunelleschi (45 metros de diámetro y 100 de alto) con los frescos de Vasari es una de las pocas construcciones que pueden calificarse como perfectas en todo el mundo y hay un antes y un después de ella en la historia de la arquitectura, pero una vez subes, sólo contemplas la ciudad, y puestos a subir el campanario me atraía más.... así que di la vuelta a la Catedral y me encontré con que no había nadie haciendo cola, cosa que me resultó extraña hasta que comprendí que eran 85 metros y 414 escalones...pero aquella torre me llamaba, así que inicié el ascenso.
No fue difícil y además la torre está estructurada en tramos, la peor parte es la última, porque las escaleras son más estrechas y uno ya está bastante cansado.....pero merece la pena, porque las vistas que se tienen de la ciudad, del Duomo y de la cúpula son magníficas. Es desde el Campanario donde se aprecia la impresionante obra de arte e ingeniería que proyectó Brunelleschi: quien diga que los arbotantes no pueden ser hermosos es que no ha visto éstos. Y como no hay riesgo de caídas, porque las ventanas entre pisos son pequeñas y con rejas, te puedes permitir el lujo de mirar hacia abajo...
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