Lakmé

Llevo esperando mucho tiempo la llegada de la Primavera, atenta a sus primeras manifestaciones, yo, que soy partidaria de las estaciones extremas, Invierno y Verano....pero éste ha sido uno de los inviernos más atípicos de mi vida, crudo y cálido a la vez, muy desconcertante por muchos motivos, y necesitaba un cambio drástico, olvidarme del frío, de la lluvia y de aquellos hermosos días grises....
Cuando estudiaba en la Universidad, la Primavera llegaba el día en que al bajar del autobús, podía ver flores en el emparrado de un jardín justo delante de la parada....eran moradas y formaban racimos...nunca he sabido el nombre de esa planta....hace varias semanas, los árboles de una de las calles del barrio que reparto empezaron a llenarse de unas florecillas blancas y rosas parecidas a la flor del cerezo y el almendro, pero decidí esperar, "aún es pronto", me dije.....hace unos días, al llegar al trabajo, ví allá a lo lejos el alba, rosada y naranja, "los días son más largos, amanece más temprano....pero sigue siendo pronto".......ayer, mientras caminábamos, pasé por debajo de los árboles de Judas, plagadas sus ramas de flores fucsia que parecen hechas de cera, y la tarde era soleada y fresca a la vez.....seguía siendo pronto.
Pero hoy, ya no he usado abrigo en el trabajo, la luz del sol me molestaba, y al salir de la estación del metro, he pasado por debajo de los falsos naranjos que pueblan parte del barrio donde vivo y he olido el azahar.....es oficial, ahora sí que ha llegado la Primavera.

Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.

A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah, déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.

De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.

Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.

Tú estás aquí. Ah, tú no huyes.
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.

Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.

Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.

Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.

Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.

Poema nº 14.
Pablo Neruda