"Quiero vivir aquí"
Extracto del diario de viaje de Monique LaMer
Aún no había concluido mi primer día viajando por Italia, y ya había visto tantas maravillas que estaba abrumada....de hecho, me había emocionado tanto al entrar en la Piazza dei Miracoli que de pronto tuve la imperiosa necesidad de compartir aquél momento con alguien, y llamé a la pobre Princesa Almenas, sin darme cuenta de lo temprano de la hora y de que era domingo...
Confieso que me lié para llegar a Lucca...al principio lo hice bien, salí de Pisa por donde había entrado y así enlazaba con la autostrada de nuevo, pero al final decidí tomar la nacional, y aunque me llevó más tiempo llegar, el viaje ganó en encanto, porque ví más pueblos y más paisajes....
Lucca es una ciudad medieval, con un centro histórico encerrado entre murallas y bastiones y con un entramado de calles que recuerda sus orígenes romanos....fue la cuna de Boccherini y Puccini, en su catedral se encuentra la maravillosa Ilaria del Carretto y he de decir que fui plenamente feliz los días que pasé allí...
Mi hotel era una casa de huéspedes en la Via degli Angeli, un sitio acogedor, céntrico y tranquilo; la calle era muy estrecha y por ello practicamente peatonal, sólo había un par de negocios, un restaurante y dos casas de huéspedes, la mía incluida; en los bajos de mi edificio, habían pequeñas plantas bajas, con puertas de madera de medio arco que siempre estaban cerradas; me llamaron la atención la primera vez que las ví y no entendí para qué servían hasta el día siguiente. No se servían comidas, y el desayuno se realizaba en las habitaciones: cada día, al hacer la habitación, la camarera dejaba una bandeja con todo lo necesario para desayunar al día siguiente (convenientemente empaquetado), y la máquina del café, una Nespresso pero marca Lavazza (el mejor café italiano) estaba en el pasillo...suena chocante, pero a mí me venía de perlas...
Me fue algo difícil encontrar la casa, porque el centro de la ciudad es practicamente peatonal, y mi mapa no era de mucha ayuda. Finalmente aparqué fuera del recinto amurallado, pregunté y llegué...a esas alturas estaba nerviosa y muy cansada, sólo quería registrarme, descargar el coche y descansar. Pero a pesar de todo, era pronto, había madrugado para ir a Pisa, había llegado pronto, (según los standards españoles), a Lucca y después de deshacer la maleta y ducharme, tenía mucho tiempo, y una ciudad por explorar...así que me fui a pasear, con el plano en el bolsillo, por si acaso...la tarde era calurosa y al bajar el sol la gente salía a caminar como yo...descubrí el paseo sobre Le Mura, las murallas de la ciudad: ya conocía el antiguo foso, cubierto ahora de hierba circunvalando la ciudad pero creo que fue en ese momento, al detenerme en el paseo y contemplar el horizonte toscano, cuando me enamoré de Lucca....
Confieso que me lié para llegar a Lucca...al principio lo hice bien, salí de Pisa por donde había entrado y así enlazaba con la autostrada de nuevo, pero al final decidí tomar la nacional, y aunque me llevó más tiempo llegar, el viaje ganó en encanto, porque ví más pueblos y más paisajes....
Lucca es una ciudad medieval, con un centro histórico encerrado entre murallas y bastiones y con un entramado de calles que recuerda sus orígenes romanos....fue la cuna de Boccherini y Puccini, en su catedral se encuentra la maravillosa Ilaria del Carretto y he de decir que fui plenamente feliz los días que pasé allí...
Mi hotel era una casa de huéspedes en la Via degli Angeli, un sitio acogedor, céntrico y tranquilo; la calle era muy estrecha y por ello practicamente peatonal, sólo había un par de negocios, un restaurante y dos casas de huéspedes, la mía incluida; en los bajos de mi edificio, habían pequeñas plantas bajas, con puertas de madera de medio arco que siempre estaban cerradas; me llamaron la atención la primera vez que las ví y no entendí para qué servían hasta el día siguiente. No se servían comidas, y el desayuno se realizaba en las habitaciones: cada día, al hacer la habitación, la camarera dejaba una bandeja con todo lo necesario para desayunar al día siguiente (convenientemente empaquetado), y la máquina del café, una Nespresso pero marca Lavazza (el mejor café italiano) estaba en el pasillo...suena chocante, pero a mí me venía de perlas...
Me fue algo difícil encontrar la casa, porque el centro de la ciudad es practicamente peatonal, y mi mapa no era de mucha ayuda. Finalmente aparqué fuera del recinto amurallado, pregunté y llegué...a esas alturas estaba nerviosa y muy cansada, sólo quería registrarme, descargar el coche y descansar. Pero a pesar de todo, era pronto, había madrugado para ir a Pisa, había llegado pronto, (según los standards españoles), a Lucca y después de deshacer la maleta y ducharme, tenía mucho tiempo, y una ciudad por explorar...así que me fui a pasear, con el plano en el bolsillo, por si acaso...la tarde era calurosa y al bajar el sol la gente salía a caminar como yo...descubrí el paseo sobre Le Mura, las murallas de la ciudad: ya conocía el antiguo foso, cubierto ahora de hierba circunvalando la ciudad pero creo que fue en ese momento, al detenerme en el paseo y contemplar el horizonte toscano, cuando me enamoré de Lucca....
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