La GAM.....confieso que estaba algo preocupada por la GAM, el arte contemporáneo y yo no estamos coordinados, prefiero el clásico hasta los impresionistas, y el nombre completo del Museo es Galleria Civica d´Arte Moderna e Contemporanea Torino...pero me sorprendió. Davide me había dicho que me gustaría y tenía mucha razón.
El Museo está situado en un edificio moderno, con un letrero de neón azul eléctrico en un ángulo que reza: "Todo arte ha sido contemporáneo". Aparte de la sala de conferencias, la biblioteca y la sala para exposiciones temporales, tiene dos zonas principales para la colección permanente. Fue la primera, en el segundo piso, la que más nos gustó; está dedicada al Ochocientos, mientras la segunda lo está al Novecientos hasta los años setenta. Pero me centraré en la primera. Como he dicho, abarca desde el siglo XVII hasta el Ochocientos y se dedica sobre todo a artistas oriundos del Piemonte, aunque también se encuentran obras de artistas de otras regiones de Italia. Las primeras que vimos eran acuarelas del paisaje piamontés, detalladas y preciosistas, en formato muy pequeño y de una belleza impresionante; algunas eran bucólicas y líricas (las de Baldassare eran muy hermosas) y otras realmente tenebrosas con paisajes misteriosos. Era difícil pasar de un cuadro a otro porque aquellas primeras obras te dejaban fascinado, pero poco a poco fuimos avanzando hasta entrar en una sala con óleos muy grandes, que reproducían sobre todo hechos legendarios o mitológicos, las pinturas de Massimo d´Azeglio. La más hermosa reproducía la escena del encuentro descrito en la Odisea entre Ulises y Nausicaa; lo curioso es que los personajes principales quedaban a un lado del cuadro y en segundo plano, y el paisaje y los personajes secundarios eran más importantes que la pareja. En concreto había dos mujeres, a la orilla de un río, lavando unas copas, que eran un auténtico prodigio. Sin duda fue aquella sala la que más me gustó de todo el museo, aunque luego deambulamos entre algunas obras también maravillosas, el busto de Safo de Canova, la impresionante "Adúltera" de Mosso, "La enferma" de Hayez, "La desnuda" de Grosso...estuvimos tanto tiempo en la sala del Ochocientos, que cuando bajamos al primer piso, teníamos sólo veinte minutos para ver el resto de la colección. Algunas obras eran interesantes, (tenían un Chagall, que me gusta y un Modigliani) pero conforme ibamos avanzando en el tiempo y hacia la salida...bien, a riesgo de que alguien deje un mensaje en el post criticándome, qué mérito artístico tiene un cuadro totalmente negro??
El día siguiente, miércoles, amaneció luminoso y sin rastro de bruma, un día perfecto. El día ideal para contemplar Turín desde su colina, así que nos metimos en el FIAT y subimos hasta el Parco della Maddalena. Es uno de los más grandes de Turín y dentro del mismo se encuentra el Parco della Remembranza, creado en 1925 para conmemorar a los soldados turineses que murieron en la Primera Guerra Mundial: por todo el parque hay diseminados postes con una pequeña plaza y un nombre; en total (no los conté, pero son los que hay) 4.810. El monte, además del bosque dedicado a los soldados, acoge un arboretum con especies de todo el mundo, organizadas según criterios científicos y decorativos y en su cumbre, en una explanada, se halla el Faro della Vittoria, una estatua colosal de la Victoria alada ofrecida por Giovanni Agnelli para conmemorar el fín de la Gran Guerra y la victoria italiana. Las vistas desde la cumbre son impresionantes, y además ese día podían verse los pre-alpes con las nieves perpetuas del Monte Rosa y a lo lejos, pero aún visible a pesar de la distancia, Superga.
Acabamos la mañana en Moncalieri, un pueblo cercano a la ciudad, tanto que en realidad no hay separación entre él y Turín. No lo recorrimos a conciencia (se nos acababa el tiempo para poder circular y teníamos que volver a casa), pero sí estuvimos en la plaza principal, e intentamos entrar en el castillo, otra residencia Saboyana que ahora es un cuartel de los carabinieri. Algún día volveré a esa plaza y me tomaré un macchiatto en ese restaurante lleno de flores.
El día siguiente, miércoles, amaneció luminoso y sin rastro de bruma, un día perfecto. El día ideal para contemplar Turín desde su colina, así que nos metimos en el FIAT y subimos hasta el Parco della Maddalena. Es uno de los más grandes de Turín y dentro del mismo se encuentra el Parco della Remembranza, creado en 1925 para conmemorar a los soldados turineses que murieron en la Primera Guerra Mundial: por todo el parque hay diseminados postes con una pequeña plaza y un nombre; en total (no los conté, pero son los que hay) 4.810. El monte, además del bosque dedicado a los soldados, acoge un arboretum con especies de todo el mundo, organizadas según criterios científicos y decorativos y en su cumbre, en una explanada, se halla el Faro della Vittoria, una estatua colosal de la Victoria alada ofrecida por Giovanni Agnelli para conmemorar el fín de la Gran Guerra y la victoria italiana. Las vistas desde la cumbre son impresionantes, y además ese día podían verse los pre-alpes con las nieves perpetuas del Monte Rosa y a lo lejos, pero aún visible a pesar de la distancia, Superga.
Acabamos la mañana en Moncalieri, un pueblo cercano a la ciudad, tanto que en realidad no hay separación entre él y Turín. No lo recorrimos a conciencia (se nos acababa el tiempo para poder circular y teníamos que volver a casa), pero sí estuvimos en la plaza principal, e intentamos entrar en el castillo, otra residencia Saboyana que ahora es un cuartel de los carabinieri. Algún día volveré a esa plaza y me tomaré un macchiatto en ese restaurante lleno de flores.
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