Una de las cosas que más me gustan de Turín es la variedad de estilos que puedes encontrar en su arquitectura, el hecho de encontrar testimonios de muchas épocas y conviviendo en armonía. Y uno de los testimonios más sobresalientes es el entorno de la Porta Palatina, los restos romanos más importantes de la ciudad.
En el año 218 a.C, Aníbal y sus tropas cruzaron los Alpes y llegaron a las inmediaciones del Po. Por entonces, Turín no era más que un poblado, habitado por los taurinos, pero en el 28 a.C se fundó Augusta Taurinorum. De aquella Torino romana quedan las ruinas de la muralla, la Porta Palatina y las ruinas del teatro. La Porta Palatina es del siglo I d.c, y está construida en ladrillo rojo, con dos torres poligonales de 16 lados, con ventanas, unidas mediante una fachada con dos hileras de ventanas y cuatro arcos. Mis fotografías no hacen justicia a las torres y la luz del verano no es la más adecuada para fotografiarlas, es mejor hacerlo en invierno, en el crepúsculo, porque entonces el rojo de sus materiales, tan curioso en una construcción romana, es mucho más vivo. Junto a las torres se alza el Museo di Antichità y delante del mismo lo que queda del teatro romano. No entramos a ver el Museo, lo he dejado para una próxima visita, porque teníamos pensado visitar tres y era suficiente. En la misma piazza, se alza Il Duomo de Torino, la Catedral dedicada a San Juan Bautista, patrón de la ciudad, con la Capilla de la Sábana Santa. Es pequeña para los cánones de una catedral, y está rodeada de edificios más majestuosos, lo que aún la hace a ojos del visitante más reducida.
Se construyó a finales del siglo XV por Meo Caprino y está revestida de mármol blanco. Su interior es luminoso y bastante gótico. De nuevo, no entré a ver la Sábana Santa, digamos que no era uno de mis objetivos, aunque ello me supuso perderme la Capilla donde se custodia, que por otro lado está siendo restaurada después del incendio de 1997.
Fue entonces cuando viví uno de los momentos más espectaculares de mi visita. Davide me guió por un pasadizo paralelo al Duomo; pensaba que saldríamos a una piazza y de pronto me encontré en un patio enorme, con un palacio a mis espaldas y otro delante de mí, tras una verja....por un momento me desorienté, entonces ví a cada lado de la abertura de la verja dos estatuas ecuestres y me dí cuenta que estaba en la llamada Piazetta Reale, el patio frontal del Palazzo Reale, y que la plaza más allá de las estatuas era la Piazza Castello con el Palazzo Madama! Qué vista! Mis guías no me habían preparado para esto!
Es complicado describir todo lo que encierra la Piazza Castello....pero lo intentaré. Piazza Castello recoge grandes edificios del Turín histórico, complementados con los que pueden verse en la Piazza San Giovanni, donde se encuentra el Duomo: el Palazzo Reale, el Palazzo Madama, el Palazzo Chiablese y la Chiesa di San Lorenzo. Hoy día la plaza se ha recuperado y se ha convertido en peatonal y se disfruta de una perspectiva de la ciudad hacia Via Pietro Micca y Via Garibaldi y si levantas la vista, las cúpulas de San Lorenzo y la capilla de la Sábana Santa.
El Palazzo Reale fue un proyecto de Manuel Filiberto de Saboya que en 1583 convocó un concurso para edificar el nuevo Palacio ducal tras establecer la capital en Turín; sus techos están decorados con tallas, lienzos alegóricos, tapices, y posee la gran Escalera de Honor de Domenico Ferri y sobre todo la Scala delle Forbici y el Gabinetto Cinese, de Juvara. Cuando la capital de trasladó a Florencia y posteriormente a Roma, el palacio perdió su función y hoy en día parte de sus salones están abiertos al público. Las estatuas ecuestres que vigilan la verja de entrada representan a Cástor y Pólux, los Dioscuros.
Los hermanos vigilan la línea que separa las dos partes de la ciudad, la de la magia negra y la de la magia blanca. Aunque hermanos de madre, Leda, no lo eran de padre, ya que Pólux era hijo de Zeus y Cástor del esposo de su madre. Cuando el segundo murió, Pólux consiguió de los dioses poder compatir su inmortalidad, y desde entonces pasaron la mitad del tiempo en los Infiernos y la otra mitad en el Olimpo.
El lado izquierdo de la Piazetta Reale delimita con el Palazzo Chiablese, de origen medieval pero enteramente reconstruido en el siglo XVII. Aquí vivió brevemente Paulina Bonaparte y hasta su traslado a la Mole Antonelliana, acogió los fondos del Museo del Cine.
La iglesia de San Lorenzo fue construida para cumplir una promesa de Manuel Filiberto de Saboya. El 10 de agosto de 1557, San Quintín, el Duque, por entonces gobernador de Flandes, dirigió al ejército imperial contra Francia, a quien infligió una gran derrota. La fecha es importantísima para la Casa de Saboya, porque según los posteriores tratados de Cateau-Cambrésis, Testa ´d Fer (Cabeza de Hierro) recuperó el ducado perdido y convirtió a Turín en su nueva capital. El Saboya había hecho la promesa de edificar la iglesia si conseguía vencer en la batalla, y cumplió su voto aunque con retraso, pues entró en Turín en 1563 pero hasta 1666 no comenzaron las obras.
Y el Palazzo Madama...
Si se observa atentamente la foto, puede verse en la fachada posterior un castillo medieval, pero mucho antes fue la Porta Pretoria de Augusta Taurinorum. En el s. XV se convirtió en palacio y en 1637 en la residencia de Mª Cristina de Francia, viuda de Victor Amadeo I y regente de Carlos Manuel II, y es de ella de quien recibe su nombre el Palacio. En el siglo XVII se remodeló y se alzó en el primer piso un salón de ceremonias. Filippo Juvara comenzó en 1718 otra reforma, por encargo de otra Madama Real, Mª Juana Bautista de Saboya-Nemours, pero sólo se realizaron la actual fachada y la magnífica escalera de honor. En una época estuvo unido al Palacio Real pero hoy es exento y llama poderosamente la atención la parte trasera de oscuro ladrillo medieval frente a la blanca fachada de Juvara. Hoy día el Palazzo Madama es el Museo Civico D´arte Antica.
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