dijous, 18 d’octubre del 2007

Vacanze Torinesi IV



Qué bonita es Torino!

No sé qué es lo que más me gustó. Me sorprendió el contraste de la ciudad con su colina y que fuera tan señorial, tan uniforme en sus alturas, si exceptuamos la Mole Antonelliana, la cantidad de palacios y las calles porticadas, las piazzas, ideales para sentarse y ver la vida pasar o simplemente huir por un momento del ajetreo de un corso en hora punta, sus museos, practicamente para todos los gustos....no sé por donde empezar.....
El día que llegué visitamos el Valentino, como ya comenté, y esa misma noche salimos después de cenar y fuimos donde la piazza Vittorio Veneto se cruza con el Po. Los antiguos almacenes junto al río, los murazzi, se han convertido en locales de fiesta. Parecía que todo el mundo estaba allí, estaba a tope de gente, creo que había más gente que una noche de sábado en el Carmen, aparte de que allí hay más espacio....Al día siguiente, me dejaron dormir, lo cual agradecí porque estaba muy cansada, arrastraba toda la semana de trabajo y los nervios del viaje, pero claro, yo no había ido a Turín a recuperar sueño! Ya no eran horas de empezar a recorrer la ciudad, pero teníamos otra opción: salir de la ciudad y marchar al valle de Susa, para ver la ciudad del mismo nombre y la Sacra de San Michele, una abadía. Yo quería ver los alrededores de Turín, el paisaje del Piemonte, y era la ocasión perfecta; además como era domingo, podíamos ir en el coche todo el día. Y allá nos fuimos. Susa es una maravilla en miniatura, una ciudad de aire medieval con un anfiteatro y un arco romano, con calles empedradas y rodeada de montañas que la enmarcan. Llegamos tarde, paseamos por la ciudad, tranquilamente y comimos mientras caminábamos...allí tuve mi primer encuentro con las pastillas Leone, unos caramelos típicos de Turín y nos compramos el capricho del viaje.
Y por cierto, las fotografías son de Susa...