divendres, 21 de maig del 2010

Akahige




Yasumoto, a partir de ahora,
si soy arrogante,
recuerde el día de hoy.

Aunque este no es un blog de cine, tiene una pestaña dedicada a él y alguna vez me permito el lujo de comentar alguna película que me gusta; hay verdaderos blogs "de cine" sobre cine y no voy a cambiar la temática de éste, pero no puedo dejar pasar la oportunidad de hablar de una película que quería ver hace mucho y que ya forma parte de mis favoritas. Me refiero a Barbarroja, de Akira Kurosawa.

La película narra como Noboru Yasumoto, un joven médico recién graduado en Nagasaki, llega a la clínica estatal que dirige el dr. Niide, a quien todos llaman Barbarroja. Yasumoto cree que sólo está de visita pero mientras uno de los médicos ayudantes le enseña el lugar, descubre que está allí para hacer las prácticas. Yasumoto se rebela contra la decisión: se considera demasiado buen médico como para perder el tiempo curando a gente muy humilde y sin recursos, en un distrito miserable y donde las penurias son contínuas. A fín de que Barbarroja le despida, falta a todas las normas de la clínica, que considera indignas de su posición, y mientras tanto, su historia se entrecruza con las de los pacientes.

Vió demasiado mundo de una vez,
podríamos decir que crecer duele.


La película está ambientada en el Japón del siglo XIX. Cada uno pertenece a su clase y tiene un destino y una función que cumplir en la Vida, es inútil rebelarse. En el distrito donde se encuentra la clínica de Barbarroja, la vida es una sucesión de tragedias: la gente es demasiado pobre para tener qué comer, demasiado débil para enfrentarse a la enfermedad y la injusticia, y todos en mayor o menor medida tienen una historia trágica detrás. Pero en su miseria, todos tienen una gran dignidad. Desde el principio se hace incapié en lo dura que es la vida en aquel lugar, y el espectador no puede dejar de sentirse turbado ante algunas escenas....sin embargo, Barbarroja se rebela contra ese destino ya escrito de la única manera que puede, con sus conocimientos, tratando a todos los desheredados que le necesitan, reservando para ellos su gran humanidad, oculta tras su semblante adusto y la barba que se mesa constantemente, mientras trata con frialdad a los ricos, cuyas enfermedades desprecia. Sin embargo, y aunque la película lleva su nombre, en realidad observamos la evolución de Yasumoto; su vida privada, que acaba de sufrir un revés cuando empieza la película, se entrecruza con su aprendizaje en la clínica, donde crece como médico y como persona, al comprobar que la dignidad humana está por encima de cualquier clase social. Su transformación de hombre frívolo, pagado de sí mismo, en médico dedicado dispuesto a los sacrificios personales va pareja a la creciente admiración que sentirá por su maestro.

No lo entiendo, es demasiado cruel

La película dura tres horas pero a mí no se me hizo larga en absoluto, la verdad es que perdí la noción del tiempo y me gustó tanto que olvidé que estaba leyendo los subtítulos; verla en versión original me permitió disfrutar de la voz de Toshiro Mifune, que interpreta a Barbarroja, porque su forma de hablar, que suena brusca y no sólo por tratarse de un idioma extranjero, forma parte del personaje, un hombre adusto pero sólo a primera vista. Es la última película que Kurosawa rodó en blanco y negro pero a pesar de tener en la memoria los colores de Ran, a esta historia no le hacen falta, antes al contrario, ya que se aprecian mejor las texturas y las sombras y el lirismo, pues también lo tiene, no se ve afectado.
Me gustaría poder decir muchas más cosas de Akahige, de las historias de los personajes secundarios, de aquellas escenas que más me gustaron, pero estropearía el placer de verla a quien se decida a hacerlo, así que me lo guardaré para mí. Lo que sí puedo decir es que hacía tiempo que una película no me conmovía tanto.


La fotografía procede de internet