dissabte, 15 de desembre del 2007

Epílogo turinés

Hay una leyenda urbana que afirma que los italianos conducen rápido. Ciertamente lo hacen, (he viajado en coche con dos conductores de distinta generación y debe ser algo que se hereda) pero no más que nosotros, no más que yo. Y también hablan rápido (si hablan despacio se entiende todo, de lo contrario no), pero de nuevo, no más rápido ni más alto que nosotros, no más que yo.
Uno de los recuerdos que me he traído de Turín es un cómic de Dylan Dog. Es un personaje inglés pero que habla en italiano y vive en el Londres contemporáneo, ex-policía y detective de lo sobrenatural, con un ayudante idéntico hasta en el nombre a Groucho Marx, una vida complicada, atormentada y un aire inconfundible a Rupert Everett; el personaje se creó primero, pero su rostro se inspira en el de Everett....me gusta Dylan Dog, su ironía, su aire de perdedor y el estilo de su dibujo.
En Turín los horarios de las comidas son plenamente centroeuropeos; pensaba antes de llegar allí, que en esto los italianos serían como nosotros, pero al menos en el norte no: comen sobre las 12.30-13.00 y cenan pronto....y yo salí de aquí acostumbrada a comer a las 15.00 y cenar a las 22.00.
Turín dispone de autobuses, metro y tranvías. En los autobuses de Turín se puede entrar por las puertas delanteras o por las traseras. No se venden billetes individuales; los “bonobuses” son billetes en línea troquelados, se compran en los estancos y cada billete da derecho a hacer trasbordo gratuito. El conductor va encerrado en su garita y sólo se ocupa de conducir. Y queda a la conciencia de cada uno cancelar el billete o no al subir. Eso sí, los inspectores no van de uniforme.....
Turín es famosa por su chocolate, y la casa Ferrero tiene su sede en Piemonte....sí, el Ferrero Rocher. El gusto especial del chocolate piemontés viene dado por las avellanas....allí se come Nutella, no Nocilla.
Los caramelos Leone son muy famosos; la casa se fundó en Turín en 1857. Su especialidad son las pastiglie Leone, pastillas duras pero que se disuelven en la boca, de muchos sabores; las hay en cajas de cartón y de metal: éstas son muy variadas y las hay preciosas. Yo compré las de flor del naranjo y las de canela. También tienen caramelos normales, de fresa, de naranja, de pera, de limón, y de algunos sabores que aún no he conseguido descifrar: pesca? ribes?
Traté de memorizar las distintas policías italianas, pero la clasificación es diferente a la española. Lo que me quedó claro es que los vigili, el equivalente a nuestra policía local, no son los más queridos por allí, quizá porque se ocupan del tráfico y de vigilar que se cumplan las restricciones circulatorias, así que son los que multan......Por supuesto, vi carabinieri...
Turín tiene dos ríos, El Po y la Dora, y como indican sus artículos, uno es un río "masculino" y el otro es "femenino".
El último día en Turín Davide y yo nos sentamos en la terraza de un café (el Garibaldi, cerca de
piazza Castello), y disfrutamos de un momento plenamente turinés. Los cafés de Turín poseen gran encanto, algunos son sencillos y otros mucho más sofisticados y recargados, como testimonios de otras épocas; me detuve muchas veces en la puerta de alguno sólo para curiosear. El nuestro tenía sillas y mesas de metal en la puerta bajo sombrillas, dentro, una estancia grande con el buffet y el mostrador, y al fondo, en una habitación más recogida, el resto de las mesas. Allí te sirven el café y un vasito de agua (con gas)...me encantó aquel pequeño café y su dueño, que cuando fuimos a pagar, se lamentaba de que las únicas cartas que recibía eran del banco.....
Y sí, comí pizza y pasta. En concreto, probé los agnolotti (parecidos a los raviolis pero de borde redondo y originarios del Piemonte), las orechiette (“orejitas”), la lasagna de la madre de Davide (no tengo palabras), una pizza de pera y Gorgonzola, varios tipos de queso, sorbetes, vinos y licores (grappa)....al fín y al cabo la comida también es cultura no?
Y para terminar.......
En la explanada del Faro della Vittoria, en el Monte della Maddalena, había cadenas para evitar caídas, y enganchadas a ellas, candados, de todos los tamaños. Me pareció extraño, (era un sitio raro para enganchar una bici) y me acerqué a observarlos....tenían nombres escritos, y en ocasiones corazones dibujados: eran pequeñas declaraciones de amor, menos agresivas que dañar la corteza de un árbol y más duraderas. En algunas sólo ponía los nombres pero en otras constaban varias fechas, compromisos renovados año tras año....me pareció tan romántico....

(La ilustración de Dylan Dog procede de internet)

1 comentari:

Anònim ha dit...

Dylan Dog!!!!!!!!! jeje tinc un parell de fumetti d'eixos