dijous, 26 de març del 2015

Un corazón con freno y marcha atrás


Hace ya algún  tiempo, una amiga que sufría y padecía una enfermedad (porque aunque son sinónimas, cada palabra se siente de manera diferente) y que no lograba encontrar un diagnóstico certero ni remedio, decidió "dejar de estar enferma".
Sencillamente se levantó un día después de una semana de dolores terribles y dijo en voz alta que ya no estaba enferma.
Que ya no iba a permanecer bajo el peso de las palabras que intentaban explicar sus síntomas, que se había cansado de verse definida por ellas; ella no era los dolores que a veces no la dejaban ni levantarse de la cama, no era las miles de pruebas a las que se veía sometida, no era la mujer doliente que veía como nadie entendía lo que sufría y padecía e incluso a veces tenía que soportar la mirada condescendiente del que no la creía. 
Ella no era esa mujer.


Desde hace poco más de un mes vivo con un corazón que late de más.
De tanto en tanto y sin aviso, las pulsaciones se aceleran y "siento" los latidos. Ni yo, que lo conozco mejor que nadie, ni mi médico, sabemos por qué; quizá se cansó de estar solo, quizá quiere asegurarse de que aún funciona....de que llegado el momento podrá volver a acelerarse llevado por los sentimientos. Y aunque al principio me preocupé y me angustié, dejé de "preocuparme" para "ocuparme", y sigo la medicación y lo que me dice mi médico, espero que me llamen del especialista y procuro no pensar en ello demasiado, para que no me alcance la ansiedad. Pero ayer tuve revisión y regresando a casa me encontraba tan bien, tan animada, tan a gusto dentro de mi propia piel, que comprendí que en realidad, no estoy enferma. Voy a averiguar por qué ese músculo que tan bien me ha servido pero tantos disgustos espirituales me ha dado ha decidido revolucionarse de pronto, pero no estoy enferma.

Yo tampoco soy esa mujer.

2 comentaris:

Mannelig ha dit...

Nada, eso va a ser pon farr, pasa de vez en cuando :-)

Un abrazo.

Monique LaMer ha dit...

Ese diagnóstico no se le había ocurrido a nadie! Gracias, Mannelig!
Otro abrazo para tí!