Este domingo, mientras atravesaba calles llenas de daltabaixos, me dí cuenta de que ultimamente sólo me apetece escucharles a ellos; hacía tiempo que no me atrevía a escuchar sus cd´s enteros porque todas las letras me hablaban: no importa cuánto tiempo hiciera que se hubiera editado el album, las habían escrito para mí. Ahora, y como siempre, me hablan, y veo imágenes con su música de fondo, pero los estoy haciendo míos de nuevo, solamente míos; estoy en una de esas etapas en las que sólo ellos me llegan de verdad porque después de mucho tiempo de decirme a mí misma lo que tenía que hacer, he llegado al momento en que no necesito repetírmelo ni que lo hagan los demás, y me siento como si estuviera de pie, sola, plantada en un paisaje desconocido esperando a que llegue el Futuro.
Nunca he temido al Futuro, pero en los últimos meses he tenido momentos en que sí lo he tenido. Sin embargo, quien teme al Futuro teme a la Vida, y éste es un miedo que ninguno de nosotros se puede permitir. Ahora que (casi) no tiene poder sobre mí, puedo de verdad soltar amarras y dedicarme a las cosas importantes...
Este post está dedicado a mi sobrino Asier,
el único niño del mundo
para el que las canciones de Pet Shop Boys son nanas.